La movilidad como servicio (MaaS) se considera una de las herramientas más prometedoras para mejorar la inclusión social en el transporte. Los nuevos servicios de movilidad pueden ofrecerse con un grado de flexibilidad comparable al uso del coche propio. El MaaS podría ser, por tanto, la herramienta para ofrecer un servicio de calidad a quienes no tienen acceso o no pueden tener un vehículo propio y que viven en zonas rurales o periféricas donde el transporte público apenas es una alternativa.

Sin embargo, es bien sabido que el uso de MaaS requiere habilidades electrónicas, de las que carecen en gran medida los grupos sociales marginales (personas mayores, discapacitados) que más necesitarían una mejora en su nivel de movilidad ( https://doi.org/10.1016/j.cities.2020.103036 ). ¿Será posible en el futuro utilizar los servicios MaaS incluso sin aplicaciones ni smartphones?

Aparte de esta barrera tecnológica ampliamente conocida, existen otros obstáculos en el camino hacia la construcción de un MaaS social. El concepto actual de MaaS se centra en satisfacer las necesidades del consumidor individual. La dimensión social y relacional de la actividad de desplazarse, que hasta cierto punto se tiene en cuenta tanto en el transporte privado como en el colectivo tradicional, está en gran medida ausente del paradigma actual del MaaS. Por poner algunos ejemplos concretos, ¿es posible que un MaaS basado en Apps instaladas en smartphones y suscripciones individuales pueda ser útil para organizar una salida de un grupo de amigos, o cuando un familiar necesita ser acompañado a una cita médica? ¿Será posible, dentro de un ecosistema MaaS, elegir entre diferentes servicios también en función de algunas de sus características sociales (por ejemplo, en relación con los posibles compañeros de viaje), como ya ocurre, por ejemplo, con el servicio de coche compartido Blablacar?